jueves, 7 de febrero de 2008

Encuentro Paz


Vuelvo a traspasar la puerta, a cruzar ese puente, a escabullirme por una ventana, a acomodar mis pasos al ritmo de la armónica del flaco que camina metros más adelante, a esperar que pasen las palomas cruzando el sendero y así poder seguir sin asustarlas; salgo (entro), dejo a un lado la realidad, el entorno. Vuelo. Me sumerjo en una brisa suave que me deja flotar entre sus acordes, que me abraza, que se deja tocar, que enamora, despierta todos mis sentidos...

¿Escaparse? ¿Perderse? Lo siento encuentro. Lo vivo encuentro.

Encuentro buscado, imperceptible, lógico, provocado; encuentro necesario, profundo, tranquilizante; encuentro casual, mágico, agradable; encuentro desconcertante, sorprendente, inquietante...

Encuentro conmigo, esta vez.
Encuentro del alma, tal vez.
Encuentro paz.

martes, 5 de febrero de 2008

CAMINOS ESCONDIDOS, CAMINOS ENCONTRADOS


Congreso, frente a la plaza, día de semana, media mañana; mi boca saborea un cortado, mis dedos juegan con un cigarrillo; gente con el apuro en el entrecejo fruncido, ruido, mucho ruido que por momentos ocupa todo el espacio, tierra gris, asfalto, que espera lluvia, todos la esperan, algunos la deseamos; sin dudas, no hubiera elegido este lugar para disfrutar de un cafecito, pero mi cuerpo con su sueño más lejos no llegaba… Siento que, lejos de despabilarme, este sitio comienza a inquietarme y entre el ruido de bocinas y motores, que parecen competir por acaparar oyentes y detrás de ese humo oscuro… me sorprende un camino. Camino al que no le veo el final, se pierde en el tiempo, parece continuar en la eternidad,... en donde se suceden días y noches, lluvias y soles -en los días- y lunas y azules negros –en las noches-; un camino con la calidez de la tierra, tierra madre, tierra en sombra, rodeado de verde por el agua del río que lo acompaña. Un camino que quiero sentir con mis pies descalzos, para poder sentirlo plenamente, si, porque no quiero pisarlo, quiero sentirlo con mis pies para dejar que me invada, sentirme parte de él, de ese todo. Me invade y me gusta –sentirlo y que me invada-. Me invade bien, como la buena música y me hace crecer, creer, un poco asi lo deciso y me llena de ganas, y no me ahoga. Un camino que sigue y sigue hasta fusionarse con el horizonte, parece llegar al cielo, cielo azul, por supuesto, hasta los cielos de tormenta son azules… azul tormenta. Desde que apareció entre las desconcertas palomas…no hay grises; lo veo allí, como si siempre hubiera estado, bajo un cielo de día y de noche; día con el calor del sol, noche con la luz de la luna con tu mirada... y estrellas, estrellas de día y de noche también, estrellas que bailan y parecen cantarme con su brillo… Aroma de jazmines –cuando no, jazmines-... Un camino que al tocarlo me enciende, al mirarlo sueño, despierta y dormida, con sabor único, delicioso a mi gusto... como el de tu piel. Camino que transporta mi mente y mi corazón hacia una libertad inmensa... Es maravilloso... mi alma quiere ese camino, mi alma se siente viva en ese camino... canta, desparramando por el aire la euforia de sentirlo… aunque no le halla explicación concreta… ¿Debería?
¿Miedos? ¿Quién no los tiene? Pero… ¿para qué sirven? O… ¿de qué me serviría transitar con miedos este camino? Tal vez ¿evitaría algún error, algún tropiezo, algún dolor?… pero, estoy segura de que, no tan grande como el que generaría esa parálisis, ese muro, ese encierro que provoca el miedo… Demasiadas preguntas, tal vez, y no es mi estilo… Prefiero andar viviendo a estar temiendo, aunque caiga, aunque muera: duele y muero; sufro y me hago fuerte; caigo y vuelvo a morir; vivo la muerte; muero y despierto; despierto al nacer; crezco en ese despertar y sé que el verde bordeando mi mirada vuelve a brotar, como su brillo … pero, qué te estoy contando a vos… a vos que hace tanto me conocés… o tan poco, tal vez… a vos…, que sabe lo que es mi alma en azul iluminando las palabras que nacen de mi mirada mirando la tuya cuando la mira…